domingo, 2 de diciembre de 2018

Desigualdad y Democracia


Si América Latina es una región democrática, aunque no del todo consolidada, ¿por qué es de las regiones más desiguales en el mundo?, acaso ¿sufre la “Paradoja de Robin Hood” que planteó Lindert? En este sentido, el modelo uni-dimensional de redistribución basado en el votante mediano,no es suficiente para responder a la pregunta de ¿por qué democracias con altos niveles de desigualdad del ingreso conducen a una menor redistribución?
En teoría, sería racional que, en democracias con alta desigualdad, individuos de bajos ingresos votaran por partidos de izquierda que tienden a redistribuir más.2 Sin embargo, Ana de la O y Jonattan Rodden argumentan que los votos de los religiosos, principalmente de los pobres, se explican mejor por sus posiciones sobre la moral que por cuestiones económicas, sobre todo en países con sistemas multipardistas.3 Si bien, estos autores sostienen su hipótesis con evidencia empírica de países de ingresos altos; de Europa y América del Norte, considero que su argumento es replicable para el caso de América Latina. Los países latinoamericanos además de la pobreza y desigualdad, tienen algo más en común, en su mayoría fueron colonizados por los españoles. En este contexto, no sólo heredaron las instituciones extractivas de la colonia, sino también conservaron el legado de la religión católica. Sin lugar a duda, es un factor que influye en la cultura electoral de la región.
¿Si el espectro económico no es un buen predictor de las preferencias de los votantes de bajos ingresos? y por tanto, de los resultados políticos, entonces, ¿qué cuestiones influyen en sus decisiones electorales? La motivación de este ensayo consiste en tratar de responder a estas preguntas, particularmente para el caso de México.
De acuerdo con datos del “Estudio Panel México 2006” para la elección presidencial más competida en la historia de México, el 50% de los encuestados (en julio de 2006) consideraba que, para reducir la pobreza el Gobierno debería dar más dinero a los pobres aumentando impuestos a los ricos. No obstante, los resultados de este estudio también indican que hubo un cambio en la preferencia electoral de los pobres, ya que para un votante de nivel económico bajo, piel morena oscura y con baja escolaridad, la probabilidad de votar por Calderón, candidato de derecha, aumentó de 24% (Ronda 1, octubre 2005) a 30% (Ronda 2, abril-mayo 2006), mientras que la probabilidad de votar por López Obrador, candidato de la izquierda y cuyo lema de campaña era Por el bien de todos, primero los pobres, se mantuvo prácticamente igual, de 27% a 28%.
Entonces, ¿por qué en estados con altos índices de desigualdad los ciudadanos eligen a partidos de derecha y no de izquierda?, o bien, ¿el debate de temas como el aborto o los matrimonios entre parejas homosexuales es un factor decisivo para no votar por la izquierda en México? Una explicación a estos cambios en la preferencia electoral de los pobres, puede ser que simplemente valoren más el espectro moral que el redistributivo. Otra explicación, en contexto con el argumento de Susan Stokes (2005),4 es que el votante al tener menos ingresos y menor educación, y tener menos información, son más fáciles de convencer de cambiar su voto, si por ejemplo, se les regala una despensa. Por tanto, la maquinaría política (o partidos clientelistas) sí importa y juega un papel importante en la decisión electoral.
Además de la religión y la moral, ¿qué otros factores distraen al votante?, o es que ¿los partidos políticos amplían sus plataformas para atraer a más votantes? Al respecto, en México como en muchos otros países, los partidos se caracterizan por ser catch-all-party, es decir, buscan atraer votantes de diversos puntos de vista e ideologías. Por tanto, al intentar atrapar al votante mediano moderan sus posiciones, lo que puede confundir al mismo.
Por ejemplo, el Partido Acción Nacional que se caracteriza por ser conservador en temas morales, impulsó políticas económicas que favorecen la redistribución, como el Seguro Popular y por otro lado, implementó la política de colegiaturas deducibles del impuesto sobre la renta, la cual es claramente regresiva. Otro ejemplo, es la creciente popularidad que ha tenido el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en parte porque ha apostado por expandir su plataforma hacia temas morales (campañas a favor de cadena perpetua a secuestradores, en contra del maltrato animal). Mientras que, en el ámbito económico, el PVEM mantiene posturas redistributivas como vales de medicina y el rechazo a las cuotas escolares. De manera que incluso dentro de un mismo espectro un partido puede tener diferentes posiciones para atraer a más votantes. En este sentido, un votante puede elegir en función del tema redistributivo o por cuestiones no económicas, o ambas.
Lo anterior, nos lleva a pensar que, para explicar la política de la redistribución se necesita plantear un modelo multidimensional como proponen Beramendi y Anderson (2008),que incorpore otros factores que influyen en la decisión del votante mediano, como valores morales, cuestiones ideológicas, doctrinales, el partidismo, arreglos institucionales, las costumbres, la raza, etc. Las elecciones del 2006 demostraron que los votantes finalmente no se inclinaron hacia temas redistributivos, probablemente otros aspectos influyeron en su voto, como la campaña negativa hacia López Obrador o bien, el miedo al populismo por parte de las élites empresariales y políticas. En conclusión, el votante es mucho más complejo de lo que asumen las teorías estándar de la economía política de la democracia, ya que hay n variables que pueden influir en su decisión.




Referencias

Downs, A. (1957). An economic theory of political action in a democracy. 
Journal of political economy65(2), 135-150.
2 Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2005). Economic origins of dictatorship and democracy. Cambridge University Press.
Ana, L., & Rodden, J. A. (2008). Does Religion Distract the Poor?. Comparative Political Studies41(4/5), 437-476.
4 Stokes, S. C. (2005). Perverse accountability: A formal model of machine politics with evidence from Argentina. American Political Science Review99(3), 315-325.
5 Beramendi, P., & Anderson, C. J. (2008). Income inequality and democratic representation. Democracy, inequality, and representation, 1-24.

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